Ciudad de México, domingo19 de junio de 2016
Ángel Gustavo Rivas
Este texto lo escribí
originalmente el 10 de mayo pasado, el día de las madres, por eso hay varias
referencias a ello, ahora lo reescribo para adaptarlo al día de hoy, pues he
querido compartir la misma reflexión.
El
10 de mayo se celebra el día de las madres, muchas empresas y universidades dan
libre el día a las trabajadoras que son mamás, otras a todo el personal, sean
madres o no, incluso sean mujeres o no; otras, en cambio, no se lo dan libre ni
a las madres si quiera. Tengo una cierta resistencia hacia la celebración de
esta fecha (a todas las de este tipo: día del niño, día del padre, del amor y
la amistad…), generada, supongo, por lo absurdo que es la dedicación de un día
entre 365 que tiene el año para la celebración, la reflexión, la presentación
de respeto, admiración y cariño a la madre o a los niños o al padre o al abuelo
o a los amigos o pareja, etcétera; y en parte también por la repulsión que me
causa la explotación comercial de las relaciones afectivas, creo que es sobre
todo lo segundo.
Sin
embargo, llamo a mi madre los días diez de mayo porque sé que espera que lo
haga, y porque la llamo de todos modos muy frecuentemente, y extiendo de todos
modos, hecha ya la aclaración, una felicitación y un reconocimiento a todas las
mamás que esto lean cada día de las madres, y a los papás que lo encuentren
algún día del padre, porque lo que me importa no es romper ilusiones de la
gente, lo que me importa es, justamente hacer e invitar a hacer este ejercicio
de reflexión y de honestidad, no condenar los festejos que, por otra parte,
entiendo bien que son de alguna manera producto de nuestros orígenes y
herencias culturales: los ritos, las celebraciones, las muestras de veneración;
y es por eso que a pesar de que he dicho antes que me parece absurda la idea de
dedicar sólo un día a la presentación de respeto, manifestación de cariño,
etcétera, entiendo por supuesto que tiene un gran valor simbólico la existencia
de dichos días, y que son una conmemoración cíclica de una relación que debe
ser llevada a cabo de la mejor manera posible todos los días; lo que me
molesta, en realidad, es la explotación comercial y la terrible enajenación que
al respecto se produce, al grado de que hay personas que consideran eso lo
único importante, hacen esfuerzos dignos de mejor causa para gastar dinero en
el o los regalos a mamá tan sólo porque es 10 de mayo, regalos que a veces,
aunque su idea y su intención sea festejar y consentir, son paradójicamente
ilustrativos de una realidad que es contraria a esta idea de que en este día la
madre es la reina y los súbditos deben rendirle homenaje, pues muchas veces
siguen siendo aparatos que pueden bien simbolizar la idea de la madre sumisa,
abnegada y esclava del hogar y el servicio de los hijos, con lo que se vuelve
una aberración el asunto; pero esto no lo ven quienes tales regalos dan, eso
sí, son capaces de criticar duramente o de simplemente reprobar a
quienes tales cosas no hacen. Sucede algo similar con el día del padre: los
estereotipos, los clichés, las imágenes congeladas se imponen y son regalos
comunes las corbatas, los calcetines, los tarros para tomar cerveza o las
botellas de vino. En fin.
Ayer
(mayo de 2016) vi un terrible comercial televisivo de Electra y Banco Azteca
donde aparece primero una familia que ha regalado flores a mamá, inmediatamente
después pasan los vecinos con flores también pero también con un refrigerador,
la primera familia pone entonces la cara de la insatisfacción, la decepción y
la envidia -incluida la madre, que menosprecia entonces el regalo de su propia
familia-. (Además, otra vez, la mamá que aquí se muestra es la ama de casa que
considera un refrigerador como un regalo para ella, como si no fuese en
realidad un objeto para el hogar, es decir, para todos los miembros de la
familia, como si ella y la casa fueran una sola cosa, lo que como metáfora
puede ser bonito, pero como práctica real es injusto y horrible).
En
diciembre y enero pasados todo mundo me estuvo preguntando ¿qué le va traer
Santa a Teodoro? (Teodoro es mi hijo), y después, ¿qué le van a traer los
reyes? Y me miraban con reprobación cuando yo les contestaba que ya veríamos, o
que cualquier cosa o a veces, ya un tanto harto, contesté que nada; a veces les
decía que como todos los días, muchos juegos y amor con papá. Una persona me
hizo una relación de diversos días de reyes anteriores, en los que gastaba
hasta 8 mil pesos en regalos para sus hijos; pero en cambio, no solía pasar
mucho tiempo con ellos, ni tener charlas padre-hijos muy frecuentemente, ni estar,
en general, atento a la vida y los asuntos de sus hijos; pero eso sí, conseguía
como fuera dinero “para los reyes”. He ahí, pues, lo triste del asunto: en las
relaciones interpersonales los regalos se vuelven sustitutos de la convivencia
diaria como forma manifestante y como experiencia de cariño, se vuelven
sustitutos de la relación misma, y claro, los comerciantes hacen su agosto en
mayo, y en abril, y en junio y todo el año, porque tienen un mapa-calendario
donde han venido agregando banderas, conquistándolo todo y convenciendo a la
gente de que es una mal hijo si no va y gasta su dinero cada diez de mayo para
demostrar así que quiere a su mamá, y ahora en junio, a su papá.
Por
supuesto que con mi hijo me salvo por el momento de la posibilidad de causarle
alguna tristeza por enfrentarlo de otro modo al mundo en que vive –es
importante también no perder de vista que el contexto influye, configura en
gran medida, las expectativas de las personas– pues es muy pequeño aún y no
tiene ninguna expectativa de estas cosas; en el caso del día de hoy, el padre
soy yo, él es un bebito aún, pero festejaremos como todos los días nuestra
relación padre hijo. Y aquí una idea-propuesta para los padres de hijos
pequeñitos: festéjenlo como otro día del hijo, otro día del amor al hijo y del
hijo al padre, que seguramente sus hijos los aman. Pueden leerle poemas cortos,
algo quedará en su subconsciente, algo ha de quedar, y ya saben que el
subconsciente sale a la superficie de vez en cuando, y como es imposible que
esté vacío, podemos darles de regalo algunos buenos contenidos. Claro que
también los humanos necesitamos el festejo, la fiesta y el palazo contra las
rutinas, pero no dejemos de hacer un ejercicio de reflexión al respecto, esa es
toda mi queja y es mi inquietud; a partir de pequeños descuidos se pueden
originar grandes males, es mejor estar atentos. Un tema para reflexionar, me
parece. Saludos y feliz día de las madres, de los padres, de los hijos, de los
abuelos, de los nietos, del tío, de la tía y de los vecinos también.
Nota: Supongo que todos lo adivinaron, pero acaso sea mi obligación comentar que el "Oh wow" entre paréntesis del título, es más bien irónico y como tal debe leerse, es decir, sin ganas y sin exclamación. Jejeje. Saludos, que tengan buen mes.
Nota: Supongo que todos lo adivinaron, pero acaso sea mi obligación comentar que el "Oh wow" entre paréntesis del título, es más bien irónico y como tal debe leerse, es decir, sin ganas y sin exclamación. Jejeje. Saludos, que tengan buen mes.
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El Jacalito del Fondo, blog de literatura.
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