Ángel Gustavo Rivas
1
Vivo de pensar en el no pensar
vivo de engañarme con facilidad
vivo acomodado en la comodidad
con ojos abiertos me niego a mirar.
Muero de saber que sé la verdad
de que mi mentira un día va a acabar
de que mi autoengaño se va a terminar
muero de saberlo con seguridad.
Muero de tristeza de ver mi alegría
muero de saber su base irreal
porque voy sonriendo y siento agonía
porque digo bien pero siento mal.
Muero de saber que mi aliento es frío
y el que sea caliente es invento mío.
2
Ha muerto don Felipe, viejo amigo
tras una vida de trabajo y risas.
El tiempo aprovechó sin tener prisas
yo de su buen talante fui testigo.
Una cierta tristeza me visita
que aunque es este camino inexcusable
otro abrazo esperaba poder darle
a ese hombre nacido en Tayoltita.
Muchas veces trabajamos juntos
anduvimos construyendo casas.
Y algún día acaso nos hallemos luego
en el mundo en que viven los difuntos
y cimbrando me pida buscar calzas
de nuevo hagamos del trabajo un juego.
3
Llegado al punto de perder sentido
qué caso tiene seguir algún algo
para qué ahora subirle de rango
no tiene caso llorar lo perdido.
Para qué sirve vestirse de negro
¿tiene sentido anunciar el duelo?
no es preferible reiniciar el vuelo?
¿o hay que esperar a que pase un milagro?
Si por deseo de volar otros cielos
si por dejar un cigarro encendido
hemos de pronto caído en los suelos
o hemos ya visto que se quema el nido
seamos sinceros con nuestros anhelos
qué caso tiene llorar lo perdido.
4
Escribiendo versos pasé la noche
en una cómoda silla sentado
pasando los dedos sobre el teclado
de letras haciendo triste derroche.
No escribí nada, palabras tan sólo
quisiera un poema poder haber creado.
Sobran lágrimas que no he derramado
me sobra el llanto que ya más no lloro.
Hoy prisionero tengo al sentimiento
pese a los medios de liberación
y aunque no quiero al respecto miento
y en lucha estoy con mi corazón.
Hoy mis palabras se tornan silencio
entre humos tristes: cigarros e incienso.
Dejo aquí mi propia lectura:
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