Fotografía: MarthaJ.OsunaB. Ángel Gustavo Rivas Información general sobre el Festival de las Artes Navachiste Ha llegado la Primavera, en Ciudad de México ya están floreadas las jacarandas y el color violeta embellece los paisajes urbanos, esto significa -se lo escuché a Vidal Flores alguna vez a la orilla del mar- que ya está muy cerca el Festival Navachiste. Las olas del mar, en la costa sinaloense, están acomodando la arena para recibir a los amantes de la poesía que llegarán al Carrizo Colorado a pasar una semana entre letras, escultura, teatro, música, agua salada, cerros y otros humanos felices en un ambiente que conjuga arte, naturaleza y fraternidad. El Festival Internacional de las Artes Navachiste se celebra "siempre en Semana Santa" en las costas de Sinaloa, sobre la arena con conchas de caracol, entre cerros y manglares y ante las tranquilas aguas de la Bahía de Navachiste, en los límites de los norteños mu
El fin de
semana tuve la oportunidad de asistir a una dinámica psicológica grupal, que
llevaba por nombre: “Tecnología del amor y salud psíquica”. No voy a explicar
los motivos por los que me encontraba ahí. El punto es que todo transcurrió en
medio de un clima de intimidad y compañerismo; el único hecho que generó cierta
tensión, creo, fue que yo, al principio y al final de la dinámica, me dediqué a
cuestionar ciertos conceptos “clave” de la teoría que, a mi juicio, resultaban
ambiguos y mañosos, ya que los consideraba demasiado complacientes como para
ser ciertos.
Lo anterior, en la medida en la que, como cualquier persona
medianamente inteligente sabe: los fenómenos, en verdad importantes, que nos
acontecen en la vida, suelen ser muy contradictorios, dotados de múltiples
interpretaciones morales (no siempre conciliables entre sí, hasta la
desesperación), de modo que querer reducirlo todo a un sólo significado resulta,
las más de las veces, en un patético e histérico intento por querer acomodar la
realidad en su sitio, aunque sea con calzador.
Esto lo digo porque (al menos a mí) me resulta evidente que no
siempre se puede buscar un equilibrio entre los contrarios; ni es esto, por
necesidad, lo más aconsejable. De hecho, estoy seguro de que las decisiones
trascendentes, siempre poseen un determinado nivel de asertividad al tiempo que
conviven con su exacto contrario: la negación, que es capaz de desacreditar (o
al menos desestabilizar) nuestra manera de actuar y de “ver” las cosas. Dicho
con otras palabras: el equilibrio que rige nuestra vida psíquica y emocional,
aunque no nos guste aceptarlo, es siempre más precario de lo que desearíamos.
Por estos motivos, no pude más que desconfiar de tal dinámica, ya que postulaba
que la “asertividad”, el “reconocimiento del otro”, el “amor”, la “praxis” y la
“tecnología” podían llevarnos, con el mero empuje de sus buenas intenciones, de
vuelta al edén de las relaciones interpersonales.
Concluido el evento, y ya de camino a Calzada de Tlalpan,
compartiendo con mi novia nuestras impresiones con respecto a la mencionada
“terapia”, llegamos a la conclusión de que, sorprendentemente, dicha dinámica
carecía de objeto… Quiero decir que, detrás de todas esas cosas cursis que
habíamos realizado como “anotar las buenas características que poseemos”,
hablar acerca de la “peor época de nuestras vidas”, reconocer las manos de los otros
con los ojos vendados, etc., no había otro objetivo más allá que el de generar
un cómodo y agradable sentimiento de aceptación y de pertenencia. Es decir: de
engolosinarnos, haciéndonos creer, de un modo pretendidamente “científico”, que
la anhelada ficción de llevar una vida “segura” (libre del angustiante sentimiento
de indeterminación), libre de crispaciones violentas con el otro, no sólo era
posible ¡sino que estaba al alcance de la mano!
Como dicen los infomerciales de la tele. “¡Marque ahora y conviértase
en un adicto al sentimiento que provoca la efímera aceptación! Cierto, quizá no
se cure usted nunca de la ansiedad y la soledad que lo agobian, pero, al menos,
tendrá el placer de disfrutar, de dos a tres veces por semana, de esa pequeña e
infaltable dosis de reafirmación narcisista que tanta falta nos hace a todos. ¡Y
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