Se nos anegaron las rosas
porque no discriminamos
entre la aridez y la humedad
El olfato se nos perdió de vista
en la abundancia
Sobre nosotros lo abrumador del paraíso
su inocencia
la que no deja distinguir entre alegría y dolor
Lo único que pudo salvarnos el espíritu
para integrarlo al fuego.
Norma Bazúa
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